sábado, 7 de diciembre de 2013

Ensayo - Arquitectura Social


ARQUITECTURA SOCIAL


Ensayo sobre la incidencia cultural de la unidad residencial Marco Fidel Suarez (Torres de Bomboná)



La urbanización Marco Fidel Suarez, construida en 1978 por el Instituto de Crédito Territorial y diseñada por el Arquitecto Eduardo Arango, ha sido uno de los conjuntos residenciales más exitosos de la ciudad de Medellín no sólo por sus amplios apartamentos sino porque con su excelente implantación en el lugar y con su propuesta de espacio público, logró la apropiación de la gente y un ambiente cultural.

  1. Cultura y civilización

Es preciso aclarar los conceptos de cultura y civilización, que tienden a ser confundidos ya que ambos tienen una característica en común: la sociedad. La civilización proviene de la palabra civitas=ciudad y se refiere a todos los elementos que conforman una ciudad, su organización política, social y económica. La cultura es uno de los elementos que conforman una civilización.
La cultura proviene de la palabra latina cultüra y significa tendencia a cultivarse. Podría definirse como todos los elementos que utiliza el hombre para superarse, ya sea espiritual o intelectualmente, lo que sugiere que puede ser aprendida y transmitida.
Para el intelectual inglés Raymond Williams y la concepción humanista “la cultura se describe como los trabajos y prácticas de actividades intelectuales y específicamente artísticas, como música, literatura, pintura, escultura, teatro y cine.” [1]
Con lo anterior deducimos que la cultura se refiere al cultivo del alma a través de las artes y las ciencias y será el concepto usado en este texto, ya que lo que pretendo argumentar es que con adecuados diseños arquitectónicos y urbanísticos se pueden cambiar las costumbres de las personas; individuos con formación artística e intelectual son individuos con valores y criterio para la construcción de una mejor ciudad.
Sigfried Giedion, en su texto: Architecture, you and me, reclama la recuperación de un sentido de comunidad perdido que debería volver a reflejarse en los espacios y edificios públicos.[2] Haciendo una crítica a la arquitectura moderna, enfatiza en la importancia de esos espacios para las relaciones interpersonales y el intercambio de conocimientos. Es imprescindible contar con espacios públicos que promuevan las actividades culturales y el interés de las personas por enriquecer sus mentes.
Alvar Aalto indicaba: "Los problemas más difíciles no surgen de la búsqueda de una forma para la vida actual, sino más bien del intento de crear formas que estén basadas sobre verdaderos valores humanos."[3].


  1. Arquitectura, vivienda colectiva y cultura.

Indudablemente la arquitectura cumple un papel funcional, estético y social. Pero en las últimas décadas, los sistemas económicos y el deseo del poder han llegado al límite de subyugar al propio ser humano, la arquitectura ha sido una de las víctimas de este fenómeno y en nuestra ciudad se había convertido hasta hace poco en un aspecto exclusivamente funcional, afectando notablemente la calidad de vida.
Ahora Medellín le está apostando a una transformación social desde la construcción de equipamientos educativos y culturales, unidades para el encuentro ciudadano con espacios públicos de calidad, ¿No debería estar incluida en este cambio la vivienda colectiva, conjuntos residenciales que promuevan actividades culturales?
La vivienda es uno de los lugares más importantes en la formación de una persona, pues es el contexto en el que vive y crece un individuo. Carlos Mario Yory indica “La actual pérdida de sentido y significado del habitar humano, ha llevado a nuestra sociedad a confundir el hondo sentido del habitar, con el simple problema de ocupar un espacio”.[4]
Habitar representa colmar de sentido un espacio, transformarlo en lugar, apropiarse de él, no hay mejores ejemplos para ilustrar este hecho que unidades residenciales como Las Torres de Bomboná, La Villa de Aburrá y el Carlos E. Restrepo, que se han convertido en pequeñas aldeas abiertas a la ciudad donde se vive un ambiente diferente por la inclusión de espacios que aportan a la formación cultural de sus habitantes, la vida comunitaria y la participación. Este es el verdadero sentido de la arquitectura: servir como medio para un crecimiento integral del hombre. “La contemplación de las obras de los arquitectos finlandeses me han servido de consuelo y de esperanza…respetan los valores esenciales del hombre y del mundo que nos rodea. Saber tener en cuenta estos valores es adoptar una postura correcta (ética más que estética) en el ejercicio de nuestra profesión”[5]
Disciplinas como la neuro-arquitectura, estudian los efectos anímicos y psicosociales que pueden producir las edificaciones en las mentes humanas. “Se trata de considerar cómo cada aspecto de un entorno arquitectónico podría influir sobre determinados procesos cerebrales, como los que tienen que ver con el estrés, la emoción y la memoria”, dice Eve Edelstein, Ph.D., profesora asociada de la New School of Architecture &  Design en San Diego.[6] Esta concepción es un notorio acercamiento a la influencia de la arquitectura en las sociedades y un determinante que nos incentiva a pensar en cómo nos afecta el lugar que habitamos.  

  1. Las Torres de Bomboná Vs. La oferta de vivienda colectiva actual.

Si observamos detenidamente lo que nos ofrecen las inmobiliarias en materia de vivienda colectiva, encontramos urbanizaciones cerradas, con piscina, zona de juegos infantiles, zonas verdes, gimnasio, turco, jacuzzi, zona BBQ, placa polideportiva y pista de trote. Interesantes espacios que resaltan la importancia social actual de la imagen y el culto al cuerpo. ¿Esto es lo que queremos seguir construyendo? ¿Cuerpos hermosos, mentes vacías, almas sin vida, robots consumistas?



Tenemos uno de los mejores ejemplos que desenfocan este entorno tan superficial y sin carácter, La unidad residencial Marco Fidel Suarez (Torres de Bomboná), con su plazoleta central, un lugar que conquista  por su tranquilidad, de espacios ortogonales, rodeada de jardineras con palmeras y arbustos, invita al encuentro ciudadano y a la interacción de los habitantes de la unidad residencial. Es un modo de relación interior-exterior de carácter socio-cultural a través de un gesto arquitectónico.
La doble plataforma, exitosa estrategia para aislar la vivienda del espacio público y emplazarse adecuadamente en el lugar, permite el contacto con el comercio y los servicios que apoyan el uso residencial, algunos de esos locales se han convertido en lugares que promueven la música en vivo y por lo tanto el fortalecimiento de las artes.  



El pequeño teatro al aire libre, situado en un nivel inferior para la ubicación  de las  graderías, es la puerta de entrada al Teatro Porfirio Barba Jacob, un espacio creado en el año 1994 que pretende generar encuentros útiles con el pensamiento contemporáneo, es un equipamiento cultural de apoyo a la vivienda colectiva que ha generado un ambiente tranquilo y educativo. Las graderías, un pequeño espacio donde las personas pueden interactuar a través de actividades artísticas como la cuentería y el teatro, de una manera pública y libre.
Las 3 torres de 22 niveles, con sus formas pesadas, robustas, rectas, de colores pálidos y ventanas incontables, contienen amplios y numerosos apartamentos, densificando la zona en altura y conformando un espacio de calma, un entorno saludable, un aire cultural en medio del agitado centro de la ciudad.
Las Torres de Bomboná son un ejemplo de diseño arquitectónico pensado para el desarrollo social y cultural de la civilización, que después de 35 años se ha convertido en un hito para la ciudad, un lugar de sanos encuentros que promueven la integridad del ser humano.


[1] Construcción cultural del concepto calidad de vida. Doris Cardona, Hector Byron Agudelo, 2004.
[2] Arquitectura y Crítica,  Josep Maria Montaner, 1999. Pág. 44
[3] Josep Muntañola i Thornberg, (2001). Alvar Aalto
[4] http://www.facartes.unal.edu.co/otros/tesis_habitat/incidencia_cultural.pdf
[5] Jose Antonio Coderch (Carta: Historia de unas castañuelas, Madrid, 1967,1974.