Arquitectura y Crítica – Josep María Montaner
Las bases metodológicas del movimiento moderno se situaban
en la tradición del idealismo e historicismo de Hegel, con su idea de progreso
y de espíritu de los tiempos. Se integran a esta corriente las aportaciones de
las teorías psicológicas de la percepción y de la pura visualidad. Esto se
hibrida con el soporte del racionalismo cartesiano, del positivismo y del cientifismo
de Auguste Comte y Gottfried Semper, expresado en la confianza del progreso
técnico. Si el movimiento de las vanguardias arquitectónicas es de
una intensidad y trascendencia irrepetible, los textos que redactaron sus protagonistas,
los grandes creadores de la arquitectura moderna, poseen un valor privilegiado.
Aldolf Loos en Ornamento y delito, concilia las
concepciones renovadoras de principios de siglo con la fidelidad a los
principios de la simplicidad y tecnicidad clasicistas.
Walter Gropius En
textos como Internationale Architektur,
La nueva arquitectura y la Bauhaus, Gropius insistió en el trabajo
sistemático en equipo para crear la nueva arquitectura como inevitable producto
de las condiciones técnicas, sociales e intelectuales de la época.
Mies Van Der Rohe
parte de la mejor plataforma: el clasicismo alemán de Karl Friedrich Schinkel,
y sobre esta base construye la más elaborada arquitectura. Mies considera que
“lo bello es el resplandor de la verdad” y que “nuestra tarea, en esencia, es
liberar a la práctica de la construcción del control de los especuladores
estéticos y restituirla en aquello que debiera ser exclusivamente:
construcción, la arquitectura no tiene nada que ver con la invención de formas”.
Le Corbusier en Hacia una arquitectura, presenta las
obras de los ingenieros como modelo, proponiendo una síntesis entre el nuevo
universo de la máquina y las constantes extraídas de las grandes obras del
pasado, especialmente la arquitectura grecorromana.
Frank Lloyd Wright en
escritos como An organic architecture:
The architecture of democracy, comparte con Louis Sullivan la defensa de un
funcionalismo orgánico y la concepción de una arquitectura viviente. Él
defiende el nacimiento de una nueva arquitectura para una nueva sociedad
orgánica basada en el individualismo y la democracia.
Louis I. Kahn en
escritos como What will be has always been,
evidencia la influencia de Andrea Palladio por su relación entre obra estricta
y construida y por su divinización de la idea, el orden y la simetría.
Sigfried Giedion,
historiador de arte e ingeniero mecánico comenzó con la creación de una
historiografía del movimiento moderno, toda su teoría se basa en dos conceptos
claves: -La idea global y unificadora de espacio, en sintonía con los logros
del movimiento cubista. Y– La idea básica de la trascendencia de la técnica y
la mecanización en la evolución del arte y de la arquitectura.
En el libro The growth
of a new tradition, insiste en que “la arquitectura se inicia en la
construcción y termina en el planeamiento urbano” y que se basa esencialmente
en la ingeniería y la planificación urbana, se consolida como el texto
fundacional de una nueva tradición moderna.
En su texto crucial: Architecture,
you and me, expresa una cierta insatisfacción por las insuficiencias de la
arquitectura moderna: plantea las limitaciones simbólicas de la arquitectura de
Mies Van Der Rohe, reivindica la necesidad de una nueva monumentalidad que
satisfaga los deseos de la identificación colectiva del hombre común y reclama
la recuperación de un sentido de comunidad perdido que debería volver a
reflejarse en los espacios y edificios públicos.
Nikolaus Pevsner continúa
con la aportación historiográfica de la arquitectura moderna, él destaca la
importancia del Art Nouveau y de la nueva técnica de las estructuras metálicas.
Bruno Zevi, es
otro aportante de la historiografía, publicó distintos textos para defender la
nueva arquitectura orgánica como alternativa para superar las inhibiciones y condicionantes
de la ortodoxia moderna.
James Maude Richards fue
un luchador en pro de la arquitectura del movimiento moderno, sus
intervenciones insistían en la importancia de los centros cívicos y en que la
arquitectura tuviera en cuenta “el hombre de la calle”.
Peter Reyner Banham en
su libro Teoría y diseño en la
primera era de la máquina, comparte la similitud entre los productos
industriales y el arte popular, la máquina, la industrialización y la
tecnología continúan siendo los motores ineludibles de la evolución de la
arquitectura moderna. A él se le debe la invención del ambiguo término de nuevo
brutalismo, en el que se defiende un nuevo paso de la arquitectura moderna
hacia una mayor contundencia estructural, el uso de los materiales brutos, sin
decoración ni tratamiento, mostrando todas las instalaciones del edificio.
Leonardo Benevolo compagina
la historia y la crítica con el trabajo profesional como arquitecto y
urbanista. Es un convencido continuador de las tesis de la arquitectura
moderna, en especial la visión tecnológica de Sigfried Gedion. En todos sus
textos se parte de la premisa marxista de que las infraestructuras políticas y
económicas son previas a las superestructuras artísticas y culturales, por esta
razón Benevolo siempre otorga primacía a la gestión, planificación, entendiendo
la arquitectura y el urbanismo como una parte de la política.
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