Una persona muy especial, de esas que están a tu lado en todos los
momentos de la vida, fue tu creadora, no sé si es por el recuerdo de su gran
personalidad y por la verdadera amistad que hubo, o por el esfuerzo que hizo
para crearte, para hacer de ti la más preciada manualidad, que un día, hace
aproximadamente 14 años llegó a mis manos, y desde ese momento, a pesar del
desapego que tengo por las cosas, no he sido capaz de deshacerme de ti… Has
sido uno de los regalos más especiales que he recibido, al principio no entendí
tus formas, me pareciste extraño, tus colores me impresionaron, pero te
acaricié, sentí cada parte de ti, la rústica textura que te formaba. Al olerte,
sentí un impregnante olor, el olor a arte, a esfuerzo, al tiempo dedicado
pensando en cuánto disfrutaría de tu presencia, eso es lo que no me ha
permitido despegarme de ti, así no seas mi objeto preferido ni te use con
frecuencia.
Cada vez que apareces en mi espacio, inevitablemente te acaricio y
observo detenidamente tus intensos colores y tus formas. Me produces ternura,
alegría, nostalgia, me das vida…esa esencia vital misteriosa que producen las
artesanías… Ahora te comprendo más, y la comprendo más a ella; en ti plasmó su
estilo de vida, su forma de ser y de pensar, y quiso regalarme un poco de
eso…un poco de esa paz y tranquilidad que la acompañaba.
Pienso en el momento en que te hacía, seguramente la figura que tienes
es su animal preferido, tan misterioso, tan libre e independiente…Pienso en
cada pincelada, en la pintura que usó y el olor que aún puedo percibir a pesar
de los años que han pasado, en los cortes de las hojas tan perfectos, en la
dedicatoria…como si fueras pensado sólo para mí. Eres único en el mundo, eres
una muestra de verdadero cariño y por eso vales más que una costosa joya.
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